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02-11-2006 La Electricidad y el Cable Aéreo
 

Como analiza detalladamente Agustín Molina en su “Mineria y Actividades Mineras en el distrito minero Linares-LaCarolina: La Sociedad Minera "El Guindo". (1.898-1920)“, el transporte fue “un problema” en el distrito minero Linares – La Carolina, y especialmente en la zona de La Carolina.

A principios del siglo XX, con el desarrollo de las labores en la zona de La Carolina, se plantea como prioritario el mejoramiento de las comunicaciones con la zona minera alejada de la ciudad.

La distancia y el mal estado de los caminos entre las minas y La Carolina, encarecen el mineral, constituyendo un serio inconveniente para competir con los minerales de otras regiones. En 1900, varias compañías mineras abordan la construcción de una carretera hasta La Carolina, para dar salida a los minerales hasta los puntos en los que se fundía, y para el aprovisionamiento de carbón (que también resultaba más caro), materiales, maquinaria e incluso mercancías necesarias para el abastecimiento de los poblados mineros que es necesario construir en las inmediaciones de las mayores explotaciones. En ésta situación están El Centenillo, Sinapismo, Araceli, El Guindo…

Aunque en la primera década del siglo se barajaron muchos proyectos de comunicación ferroviaria de la zona (como la línea Llerena-Linares, a través de Peñarroya, Bélmez, La Carolina, o el ramal de la línea de Andalucía desde Vilches a La Carolina, etc.) ninguno llegó a materializarse.


Una nueva innovación técnica va a contribuir poderosamente a solucionar o paliar el problema del acceso, evitando la total dependencia del carbón como fuente de energía, y, por otro lado permitiendo establecer sistemas de transporte más económicos y rápidos. Se trata de la electricidad.

Aunque los primeros experimentos y aplicaciones industriales de la electricidad se pueden datar bastantes años antes, en pleno siglo XIX, es a comienzos del XX cuando empieza a implantarse en España.

En éste aspecto, la Sociedad Minera El Guindo va a jugar un papel avanzado y destacado, no solo en el distrito, sino también a escala nacional.

La electrificación de Los Guindos, siguió todos los pasos propios de la implantación de ésta nueva fuente de energía. Inicialmente se empleo corriente continua obtenida mediante dinamos movidas por máquinas de vapor. Como los puntos de consumo estaban separados entre sí (entre el pozo Guindo y La Manzana unos 900 metros, y entre La Manzana a La Urbana unos 700 metros) las pérdidas eran elevadas, y por ello se pasó a la corriente alterna, para reducir las pérdidas por el transporte eléctrico entre los puntos de consumo.

Con la temprana implantación de la Compañía Anónima Mengemor en la zona, atraída por las crecientes posibilidades de suministro a todo el distrito minero, El Guindo contrató el suministro eléctrico a Mengemor, que producía la electricidad principalmente en sus saltos hidráulicos en el Guadalimar (inicialmente desde las centrales del Vado de las Ollas, Olvera y Escuderos), y que la ofrecía a un precio tan bajo, que hacía antieconómica la generación de electricidad por parte de la compañía minera. La generación eléctrica de El Guindo quedó relegada a la de suministro de reserva.


Es significativo el párrafo con que Revista Minera de Madrid, en 1911 se refiere a la electrificación de El Guindo: “…y no está muy lejano el día en que en éstas minas, que ya en la actualidad son quizás las que disponen en España de las mejores y más modernas instalaciones eléctricas, llegue su electrificación a un grado tal, que no se queme en ellas ni un solo gramo de carbón.”


Para albergar diversas instalaciones eléctricas se edificaron varias construcciones como: estaciones transformadoras (una en cada pozo, para transformar la alterna de Mengemor de 22.500 V. en alterna de 1.150 V.), con forma de casilla-torre, que aún perduran, habiéndose reutilizado una de ellas. Estación convertidora en el pozo Guindo, para pasar la alterna a continua, para su empleo en lámparas y algunos motores de corriente continua. Dos centrales generadoras de electricidad junto a los pozos Guindo y La Manzana.

La electricidad se empleo prácticamente en todos los servicios de la mina, como la extracción, el desagüe, la preparación mecánica (lavaderos), los compresores (en 1908 se implantó la perforación mecánica en la compañía), así como talleres e iluminación. La potencia empleada en la mina en 1911 era de casi 1.000 caballos.


Además de permitir la reducción de costes y ofrecer una mayor versatilidad y fiabilidad, la electricidad también permitió solucionar en parte el problema de la comunicación entre El Guindo y La Carolina. La compañía minera instaló un sistema de cable aéreo de tracción eléctrica.

La construcción empezó en 1911. Estaba destinado principalmente al transporte de mineral desde la mina a la estación del ferrocarril de La Carolina, aprovechando la vuelta de los baldes para el aprovisionamiento de carbón, madera y otros materiales para el servicio de la mina.

La instalación constaba de varias ramas o líneas; una conducía el mineral desde la estación de carga del pozo El Guindo a la estación La Manzana, y otro desde La Urbana a La Manzana. En la Manzana estaba centralizado el lavadero, y desde ésta estación salía el ramal que llegaba hasta un muelle propio en la estación de La Carolina.

El tramo Guindo – La Manzana, tenía una longitud de 870 metros con un desnivel de 170 metros, estando soportado por 10 caballetes. El tramo La Manzana – La Carolina era de 6.470 metros, con un desnivel de 393 metros, soportado por 44 caballetes.


En la memoria fin de carrera de Pedro Laínez Álvarez de Sotomayor encontramos algunos datos llamativos del cable aéreo de El Guindo:

Era bicable, accionado por motores de 1.000 V. y 50 CV. Permitía transportar 150 toneladas de mineral o 67 de carbón por cada 10 horas. Los baldes tenían una capacidad de 150 litros (que aproximadamente equivalen a casi 190 kilos de mineral o algo más de 100 kilos de madera o carbón); se transportaban 81 baldes por hora, viajando por tanto un balde cada 44 segundos, a unos 90 metros uno de otro.

El coste de la tonelada transportada desde El Guindo a La Carolina se redujo con el cable aéreo a 5 pesetas, frente a las 11,5 pesetas que costaba con los animales de carga.

Hasta 1920, el cable de El Guindo transportó entre 25.000 y casi 30.000 toneladas anuales.

Por estas fechas, la electricidad le ganaba la partida al vapor en la mayoría de las minas, imponiéndose como fuente de energía.


Inspección de la línea de Cable Aéreo
    
 
         
         
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